lunes, 29 de enero de 2018

CALLE MEDIANA...

Siempre que desempolvamos una vieja fotografía, nos damos cuenta de todo lo que en ella hoy ha cambiado, por eso las dos instantáneas que hoy os muestro, nos van a trasladar a un Rioseco, desaparecido en parte, pero que hoy nos ayuda a descubrir como era hasta no hace mucho tiempo la Ciudad de los Almirantes.
Y dentro de las calles de Medina de Rioseco, destaco quizás, aquellas arterias principales, que por su relevancia en la vida diaria de nuestros vecinos, son parte de su esencia, y de la cultura que estas les imprime. 
Por todo ello esta, la Mediana es una de las calles mas emblemáticas de la Vieja India Chica, vía que nos traslada desde el Corro de Santiago, hasta el Corro de Santa María, siendo este ultimo, el centro geográfico de la ciudad, por ello, no es de extrañar que el nombre de la calle de hoy se refiera a la situación de la calle en medio de la ciudad.



La primera de las postales nos muestra una estampa de principios del siglo XX, donde la iglesia de Santa María, se hace protagonista de la misma, asentándose en medio del entramado urbano y la calle mediana hace de arteria principal entre el viejo caserío de la vieja ciudad, apreciándose aun el empedrado de la vía, este nos indica la importancia, de la calle, ya que las mas importantes de la ciudad eran las que tenían este privilegio y denotan la condición de la limpieza, evitando así el barro de las que no lo estaban, todavía las típicas casas castellanas predominaban en la época. Y la segunda fotografía, es de mediados del siglo XX, en ella aun se observa, el pobre asfaltado de la vía, algunas casas muestran los clásicos balcones de hierro forjado, otras viviendas muestran unos magníficos miradores, hoy desgraciadamente perdidos por el frió hormigón y el ladrillo de los bloques de viviendas que ocupan el solar dejadas por estas.


Restos de los animales de tiro eran habituales hasta no hace muchas décadas...
Fotografía de 1964, adquirida en Cataluña a fototeca particular.

Seguro que estas fotografías también llevaran a recordar a muchos de los antiguos alumnos del colegio San Buenaventura muchas anécdotas, dentro de su etapa estudiantil, por cierto la fachada que hoy observamos nunca estuvo en la calle Mediana, su ubicación original fue en la calle del Pescado, fue trasladada  allí, después de una remodelación del edificio, a finales de la década de los 60.
Pero lo que seguro no pasara desaparecido para los vecinos y forasteros, es que la calle Mediana, es el escenario perfecto para todas las manifestaciones religiosas del pueblo, haciendo de esta vía, la protagonista secundaria de la vida social de los riosecanos, siendo habitual, entre los cristales de una vieja ventana, todavía ver musitar una pequeña oración, al paso de los diferentes conjuntos procesionales.
Las históricas viviendas que resisten al tiempo, hoy corren el peligro de desaparecer, si estas no son rehabilitadas a la mayor brevedad posible, siendo habitual hoy observar como restos de las fachadas inundan parte de la calzada, con continuos desprendimientos de tejas o otros materiales, con el consiguiente peligro para los viandantes...


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lunes, 15 de enero de 2018

SINIESTROS HARINEROS...

Es este recorte del periódico local El Norte de Castilla, del 12 de noviembre de 1946. es el que me inspira hablaros sobre la fabrica de harinas del segundo salto, y de los sucesos allí acontecidos y las consecuencias de estos.
Creada la fabrica en 1853, a la vez que la de San Antonio, fueron dotadas las dos harineras, de ocho parejas de piedras cada una, en el primer contrato, con la Compañía, los  arrendatarios firmaron por cinco años, aunque en alguna ocasión se superaría ese tiempo, en el contrato, se les prohibía montar mas piedras sin el permiso de la compañía, y realizar las labores normales de mantenimiento, y contratar un seguro de incendios con la compañía La Urbana, y gracias quizás a este ultimo requisito que parece premonitor e imprescindible, en el contrato, el paso de los años y diferentes sucesos hacen que actualmente conservemos estos edificios, que se yerguen, como perlas de aquella industria harinera, que se instalo en Medina de Rioseco en el siglo XIX.

Recorte de la carta remitida a la Compañía de Seguros.
Los dos hermanos agradecidos por la rápida resolución agradecen a la Compañía y a su subdirector

La Pura nombre de nuestra fabrica de harinas, desde muy temprana edad, ya tuvo el primer suceso con el famoso altercado del Motín del Pan del 22 de Junio de 1856, igual que su vecina la de San Antonio, incendiándose las dos, por los amotinados, después de varias detenciones y de la venta de hierro a los herreros locales, la Compañía del Canal prohibió la venta de cualquier material procedente de las fabricas y contratando para ello a dos peritos para elaborar un expediente de indemnización por las perdidas sufridas y tardando casi dos años en volver a elaborar, con normalidad.
Ya en 1939, la Compañía del Canal en liquidación, vende la fabrica a los hermanos Saturnino y Clemente Rueda, que inician la elaboración normal de molienda, hasta que en el año 1946, repitiéndose otra vez el triste suceso acontecido hacia ya noventa años, un incendio asola la fabrica, volviéndose a parar su fabricación y debiendo solicitar la tasación de nuevo a la compañía de seguros, de los grabes daños ocasionados en ella y premiando a la compañía de seguros con esta carta de agradecimiento por tanto esfuerzo, de este desastre procede el estado actual de la fabrica, dando una moderna maquinaria, que estuvo activa hasta 2012.

miércoles, 3 de enero de 2018

NOCHE DE REYES...


Las Navidades no son una fiesta cualquiera. La sola mención de la Navidad hace aflorar espontáneamente recuerdos, sentimientos y vivencias, siempre gratos, aun en medio de las dificultades, porque la Navidad ha traído consigo siempre un rayo de luz, capaz de iluminar cualquier situación.

Un frío 5 de Enero, mi tío Jesús en el centro, recibe un magnifico regalo de un rey Mago
un tanto especial, su hermano Andrés.

La fotografía que hoy os muestro, me evade al tiempo de los Reyes Magos de mi familia, en los que el esfuerzo de la ama de casa, es decir mi abuela Teo, era implacable, ya que llegando la mañana del 6 de enero, nunca les falto un regalo al levantarse de la cama.
Mi abuela estiraba el sueldo para conseguir la ilusión, pero mi abuelo con su sabia habilidad con las manos, conseguía la magia, fabricando el perfecto regalo, con unas herramientas rudimentarias y toscas, dedicando parte de su tiempo libre durante meses, a confeccionar un comedero para palomas que después se convertiría en un precioso armario de muñecas.
La noche del 5 de enero todo era un ritual, después de haber preparado los zapatos, perfectamente adecentados para la perfecta revista de sus Majestades, mi abuela disponía la mesa para cenar, acelerando el ritmo de la misma con el simple comentario, ¿No oís los camellos? ¿Creo que ya oigo las pisadas de los camellos...?; llegando a recordar a día de hoy, como mi madre llegaba a abrasarse la boca, al intentar acabar las sopas de ajo a la mayor celeridad posible, llegando incluso a tropezar con los escalones al intentar avanzar mas rápidamente hasta la habitación.

Hoy después de tantos años, la magia de esta fecha tan entrañable en el calendario no ha cambiado y seguro que al despertarse la Ciudad de los Almirantes, los salones de las casas, se han vuelto a llenar de alegría desbordada ante los diferentes presentes, haciendo que los mayores vuelvan a la niñez viendo reflejado en sus nietos, la candidez ilusionada de entonces en sus rostros.