jueves, 16 de junio de 2016

TARDE DE VIERNES SANTO...


Tarde del Viernes Santo. Termina el sermón de la Soledad. La solemne procesión va a comenzar. Una espesa muchedumbre invade el Corro de Santa María; voces, empujones, atropellos..., cada uno lucha contra todos para lograr un puesto estratégico. Las galerías del casino y los balcones que dominan la plazoleta están atiborrados de gente. Todos se preparan a presenciar el magno acontecimiento. Los pasos grandes van a salir. Suena un golpe de maza, se hace el silencio, y la banda municipal entona una conocida pieza musical; las anacrónicas notas son algo tan inherente al momento que las propias imágenes notarían su falta.

Fotografía extraída del programa de año 1932

Longinos comienza a salir, los policías despejan el camino que el paso ha de recorrer, y paulatinamente, una tras otra, van apareciendo hasta veinte túnicas blancas correspondientes a otros tantos hombres que llevan en sus brazos la inmensa mole; al frente de ellos, y alentándoles con enérgicas e ingeniosas frases, hay un hombre corpulento y popular; este hombre es el alma de su paso es Faraón.
El esfuerzo ha sido grande, pero felizmente el paso se encuentra en medio del corro y el publico muestra su entusiasmo en un prolongado aplauso. Por unos momentos hay un murmullo general; pero inmediatamente se vuelve hacer el silencio pues ha llegado el momento cumbre de la tarde; va a salir la Escalera, el paso esta ya en brazos de los hombres que avanzan con el hacia la puerta; ya le tienen a la altura de las rodillas sus cuerpos están en una enorme tensión, sin embargo Nicodemus aun no asoma la cabeza; ¡hay que bajar mas!, ¡mas!, ¡mas! ¡mas!; los músculos de los hombres adquieren la máxima rigidez y los nudillos de las manos están a un palmo del suelo. Hay un silencio profundo, la música adquiere una solemnidad insospechada. La ansiedad esta dibujada en todos los rostros. El pueblo entero con la mirada, con la expresión, y con el alma esta sacando el paso. ¡Por fin! ... Un titánico esfuerzo, el decisivo y el paso ya encuentra espacio libre para elevarse; la ovación es estruendosa e interminable.

fotografía extraída del programa de 1932

¿Y ahora?... ¡ah!, ahora salen los pequeños, la procesión se ordena y sigue su camino aconstubrado...
Y es por este tipismo, por esta tradicionalidad y por este rancio sabor rural que adquiere la Semana Santa en este viejo rincón de Castilla, por lo que el hijo de Rioseco, no concibe mas Semana Santa que la de su pueblo y por lo que aprecia como algo muy propio, como algo muy intimo y muy suyo.


Relato tomado del programa del año 1943 en el que creo que se relata con autentica veracidad el momento de la salida de los pasos grandes los cuales hacen año tras año recibir miles de visitantes por el fantástico acontecimiento.

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